jueves, 17 de diciembre de 2015

Esos balances anuales

Ufff... Llega final de año y toca hacer balance... Tú no lo haces? Yo siempre. Este año ha sido importante, ha sido inspirador. Este año han habido cambios importantes, unos sutiles, otros escandalosos. Pero, como siempre pasa en mi vida, la sutileza escandalosa de mis secretos públicos rivalizan con la trivial importancia de mis escándalos discretos, haciendo de mi vida un vericueto de sentimientos encontrados con los que bregar, aún a costa de perderse en sensaciones quinceañeras preñadas de arrogantes episodios de, "usted no sabe con quien está hablando"... Aún no sabes de que estoy hablando?... Hablo de ti y de mi, hablo de lo que nos ha ocurrido y como ha afectado a mi vida.... Porque no se cómo ha afectado a la tuya. Hablo de encuentros, desencuentros, abrazos, cafés, besos, playas, carreteras, despachos, castillos, ambulancias, discusiones y miradas. Hablo de motos, música y cerveza. De una hora canalla. Hablo de hundirme, de alzarme, dragones y damas. Hablo de motos, de bombas, picoletos y espadas. De todo aquello que me gusta o espanta. De mis hermanos cuando cantan, de las motos cuando rugen, de las pintas cuando chocan.  Eso es lo que hoy me salva, el abrazo de un hermano, el "tranquilo" de un amigo, el "te quiero" más prohibido. Esos planes de viajes sobre cuero curtido, bajo cielo descubierto, día y noche, easy rider, sin pasteleo, sin cumplidos. Unos amigos, unas motos y un millar de kilómetros poco conocidos. Ese ha sido mi año y ese es mi destino. Al menos de momento, al menos en este segundo, porque un "te quiero" o un "te odio" dicho en un momento inoportuno cambian el mundo, el futuro, cambian el ritmo del destino. Hoy hablaba de ti y de mi, de nuestro año, de nuestro destino. De viajes en moto, de sueños cumplidos... No dejemos que nos despierten, no dejemos que nos atonten, que nos traten como a todos... Somos hombres de Rohan y cabalgamos sobre hierros buscando aventuras, buscando dragones , buscando princesas, hallando Khaleesis y viejos reinos que liberar. Voy a buscar sitios seguros, mañana os libero.

jueves, 10 de diciembre de 2015

La elección

Dilata mis pupilas el vértigo de sentirme desposeído de suelo, tensa mis músculos la certeza de una caída inminente, pausa mi respirar la incertidumbre sobre el instante del colapso. Los tramos de acumulación de accidentes emocionales jalonan la carretera comarcal de nuestra vida, recordándonos que no es una autopista alemana, ni siquiera una autovía tercermundista, que vagamos por un camino lleno de baches en forma de decisiones que cometemos y nos cometen, en las que elegimos y nos eligen, o no... Y ahí es donde duele, donde la vida abofetea nuestro ego con una dosis de realidad que petrifica nuestros anhelos. Ahí es donde el camino se divide definitivamente en dos, aquel en el que aceptas gallardamente la derrota y tu ego reconoce que no eres tan... tan, y el emocionante de verdad, tan lleno de ira, ese en el que tu ego se exaspera, en el que la otra opción no la reconoces siquiera como opción, el que te hace bajar la cara, sin quitar la mirada de la causa de tu frustración, buscando fruncir el ceño más allá de lo anatomicamente posible para expresar tu negación a aceptarlo. Y es ahí, en ese momento, en ese lugar, cuando algo se rompe, cuando el estruendo de la fractura de esa parte de ti satura tu oído, cuando duele el mirar lo que se rompió, cuando te das cuenta que nunca más te volverá a doler, porque te dejó de importar cuando el suelo cedió, cuando tu vida se colapsó, cuando tu alma al vacío se precipitó y tú creciste un poco más y dejaste de llorar... Life is good...

sábado, 5 de diciembre de 2015

Las calles de mi ciudad

Las calles de mi ciudad están llenas de arte y de inspiración. Y no lo digo por los monumentos o los grandes edificios, lo digo por gente que hace cosas, por asociaciones que un día deciden forrar de crochet los bolardos de todo un barrio, de los que montan desayunos comunitarios, los que se juntan a tocar música en un rincón por el placer de tocar con desconocidos, los que hacen grafittis, de los buenos, de los que te paras a mirar, de los que emocionan.
Hay gente a nuestro alrededor con inquietudes artísticas alejadas del mercantilismo que envuelve esta viciada sociedad, hay personas que abren su corazón sin ningún tipo de rubor a sus semejantes y te dicen con una sonrisa en la cara "te gusta lo que hago?". Vecinos que te regalan un suspiro, una emoción, un segundo de fascinación por el mero hecho de verte sonreír, de saber que alguien, en algún momento, va a observar, escuchar, leer su obra y va a decir "wow!".
Es reconfortante tener conciencia de que aún somos una especie generosa, de que aún no nos hemos convertido en monstruos ávidos de dinero que no saben diferenciar una rosa de un clavo. Es gratificante pasear por la ciudad y ver que, pese a prohibiciones, costes, incomodidades, gamberros incultos y monstruos ávidos de dinero, que los hay y no entienden el beneficio de ese arte, los artistas, los ciudadanos ponen su granito de arena para hacer mi ciudad un poco más bonita, un poco más habitable, un poco más humana. Particularmente estoy deseando poner mi granito, ahora tengo que encontrar ese granito que te haga decir "wow!"... Life is good...

martes, 1 de diciembre de 2015

Tiempos perdidos

Hoy me he encontrado perdido en los pensamientos que tendría un náufrago en el océano del tiempo. Hoy eché de menos esas horas, días, años dedicados a labores encomiables entonces, pero vanas ahora. Cuán importante puede ser un ideal si te alcanza en el momento justo, cuánta futilidad si no.
Pasamos largos periodos de nuestras vidas embarcados en asuntos que no nos reportan más que sufrimiento y cansancio, tareas autoimpuestas por conveniencias sociales o postureos varios. Olvidamos los verdaderos placeres en los que ocupar el tiempo, dejamos aparcados los cafés con amigos hablando de lo divino y lo humano, alejamos de nuestras manos las cervezas y las risas de las rutas imprevistas, abandonamos el abandono de nuestra conciencia en un banco del parque mientras contamos las hojas que caen, descubrimos que hace demasiado tiempo que no nos paramos frente a la mar.
Nos empeñamos en evitar las risas de los niños encerrandolos en prisiones extraescolares dejando los parques huérfanos de gritos y rodillas peladas, perdemos el placer de pararnos a ver pasar un tren, de buscar las formas familiares de las nubes, de meter en el café sólo la esquina del terrón de azúcar para que se empape por capilaridad. Usamos nuestro tiempo en "cosas útiles" cuando lo útil es lo que te enciende el espíritu, lo que te genera ese escalofrío, lo que te hace sonreír desde el interior, desde el niño que llevas dentro, un avión de papel, un adorno de Navidad, una pompa de jabón, un ruido inesperado... Perdemos el tiempo intentando no perderlo, perdemos la vida intentando aprovecharla, perdemos intentando ganar...

martes, 24 de noviembre de 2015

Juegos y juguetes

Desde que somos niños planificamos nuestras vidas en torno a los escenarios que nos imaginamos cuando jugamos, pasamos de querer ser vaqueros, policías o astronautas a querer ser estrellas del rock o actores. Luego, conforme "maduramos", llega el turno de los triunfadores millonarios, de los Bill Gates y el señor ese mayor que vive en una mansión llena de hermosas mujeres y que edita esa revista que todos leen por sus maravillosos artículos de investigación. Pero hay un momento, hay una serie de personas, un porcentaje fuera de encuestas, que marca la excepción, que presenta un camino alternativo.
Siempre se ha dicho que lo que diferencia a un hombre de un niño es el tamaño y precio de sus juguetes, pero algunos hombres y mujeres consiguen pasar la línea, consiguen que los planes de futuro engendrados en los escenarios de su imaginación, las aventuras que surgen del juego y el juguete, los sueños pueriles y descabellados, se conviertan en realidad, rompan el cristal que separa la realidad de las ensoñaciones y cambien sus vidas, modifiquen la percepción de su entorno y el como interactúan con él.
Esos juegos, esos juguetes, se convierten en su vida, en su presente, modifican el ritmo de su corazón para adaptarlo al ronroneo escandaloso de un motor en V, cambia la definición de amigo por hermano, el chocar la mano por chocar los corazones en un abrazo, el café con prisas por la cerveza con risas.
Esos juegos y juguetes despiertan sensaciones que nunca pensabas que tenías guardadas y te abren horizontes que nunca habrías imaginado, envidias viajes malditos bajo sol y nieve para llegar a ningún sitio y añoras dolores en el cuerpo provocados por máquinas a las que adoras de una forma irracional, disfrutas del viento en la cara, más aún si lleva gotitas de agua, conduces centenares de kilómetros para llegar a una playa como la que tienes junto a tu ciudad, frente al mar que baña tu ciudad, para sentarte a ver amanecer como en tu ciudad... pero a centenares de kilómetros.
Y es esa felicidad la que empieza a marcar tu ritmo, tu vida. Es el sentarte sobre el cuero, girar la llave, arrancar, guardar la pata de cabra y meter primera... Y ya está... Ya estás en tu mundo... Ya has cruzado tu armario a Narnia, ya has tomado tu pastilla roja y azul que te hace ver al resto del mundo como seres extraños, seres que se ahogan en su mundo de infelicidad buscando un El Dorado que no existe, que no hallarán nunca... Buscando unos sueños que sólo hallarán el día que aprendan a jugar con sus juguetes, a imaginar sus vidas y a buscarlas en el viento, como las respuestas del gran Dylan... Life is good...

domingo, 22 de noviembre de 2015

Guardias dominicales

El día del Señor, el día en el que las familias se enfrentan a la prueba de fuego de la paella y la sobremesa. Ese espacio de tiempo muerto entre jornada laboral y suplicio del lunes madrugador. Esos días algunos trabajamos, velamos por la seguridad y bienestar de nuestros conciudadanos, estamos presentes en las calles y carreteras disfrutando de nuestro trabajo y añorando esas risas dominicales en torno a una mesa, ese allioli que hace el tío Alejandro como nadie y la paella que hace papá el único día que cocina y que recoge los premios de la afición en forma de miradas llenas y platos vacíos. Esos domingos en los que nos perdemos la sobremesa de café, copa y puro, como marcan los cánones, y en las que un simple comentario desata las hostilidades en torno a la última modificación de Ferrari en la F1, la decisión de la alcaldesa Carmona o los refugiados en el Mediterráneo. Esos domingos en los que llegas al trabajo quince minutos antes por la ausencia de tráfico, que comentas sorprendido, un domingo más, con los compañeros y que disfrutas de vistas maravillosas como las que acompañan este texto. Esos domingos en los que, pese a trabajar, tu alma se relaja, el corazón recupera su ritmo y los demonios desaparecen... Habrán ido a discutir de fútbol con sus cuñados mientas se comen la paella y disfrutan del allioli de sus tíos... Life is good...

Amaneceres mediterráneos

Esos amaneceres mediterráneos que disfruto cada día al ir a trabajar, esos momentos de inmensa tranquilidad, de una falsa soledad al acompañarme un viejo amigo mientras mi mente navega en la historia de mi pueblo, mi gente, mi humanidad. Minutos en los que hasta las gaviotas se detienen para brindar el instante único, aquel que busca el pescador de imagenes, el fotógrafo aventurero que pretende trasladar al que quiera ver su obra al lugar que sus pies acarician con respeto, a la orilla de su querido Mediterráneo. Esos colores que acaloran hurgando, caracoleando entre los sentidos y sentimientos, depositando miles de años de cultura en el instante que dura una sonrisa, un parpadeo, un beso lanzado al aire. Ese olor a salitre y libertad que añoramos los de aquí cuando nos vamos y que nunca entienden ni entenderán los de allí. Ese resbalar la arena acuosa por entre los dedos de los pies mientras estos serpentean para hundirse en la tierra, para surgir después cual héroe mitológico venciendo al más fiero titán y mostrar una sonrisa de autosuficiencia feliz. Ese aroma, esas luces, ese tacto es lo que disfruto cada día, durante unos minutos, antes de volver a la guardia, antes de volver a trabajar. Con mi moto, con mi Mediterráneo, con mi libertad... Life is good...