domingo, 14 de agosto de 2016

Pensamientos

Una sala de espera de un hospital nunca es un buen sitio para meditar. Los pensamientos se arrebujan bajo el manto de la intranquilidad y el hastío, la húmeda oscuridad de las dudas sobre tus acciones entumece la conciencia de tus deseos haciendo que el moho de la desesperanza crezca por doquier, permitiendo a la hiedra de la resignación alcanzar los torreones de tu orgullo, aquellos que resistieron los embates de mil ejércitos de críticas y traiciones antaño y que hoy se derrumban ante frases tristes de personas que creías importantes.
Nubes hediondas de desprecio mal disimulado roen el óxido que envilece el brillo de la acerada armadura de dignidad que una vez portó el que os habla. Lindes cenagosas bordean los islotes de esperanzas de sueños perdidos, llantos ahogados de niños que fuimos y que hoy se baten en duelo constante con las ganas de apagar la luz, de dejar de alumbrar el camino a otras existencias, a otros seres que no mostrarán nunca agradecimiento, solo rencor, solo una estúpida reclamación de acciones que empezaron como favores y se transformaron en deberes. No aparecen por la puerta las ocasiones de dejar a tu espíritu volar, no te sorprenden con sonrisas aquellos que toman decisiones sobre tu futuro sin tan siquiera conocerte. Toda acción plantea un retorno, una reacción  aliñada con jirones de tus actos, con efluvios de tus hedores y olores, de los que emanan de tus intenciones mas ocultas, halitos de emociones que despojan tu alma de deseos, de pasiones, de secretos que guardar. Copas de vino emponzoñado que te matan poco a poco. Sueño a sueño. Sin vivirlos. Sin pensar.



sábado, 28 de mayo de 2016

La mochila

Cambios de humor, desvelos, vidas que se escapan como agua entre los dedos, sueños y proyectos, palabras que quiebran cristales, amores languideciendo en las cornisas de los patios floridos de un decrépito barrio turístico, humo de rescoldos de emociones que, no ha mucho, alzaron llamas imponentes, futuros tasados e hipotecados por errores que creías no haber cometido, paz con guerra, olor a sangre.

No he comprado una vida sin problemas, no he vendido un paraíso sin maldad, no prometo un camino sin grietas ni piedras, solo ofrezco caminar. Un camino sin destino, donde importa el viajar, donde el peso de la mochila que acarreo cuenta mucho y, sin duda, me va a marcar.

Llevo dentro miles de frases contenidas, reproches sin contestar, palabras dichas sin medida, de las que no puedes recuperar. Llevo monedas del fondo de un estanque donde no se debía nadar, besos fríos de labios fríos que guardo para no volver a errar, fotos antiguas, vídeos modernos, litros de alcohol, algún refrán, una colonia y dos mecheros de cuando deje de fumar. Una mirada que lo dice todo, un discurso que no dice ná, cinco anillos, una navaja, un pañuelo y un compás. Hay conchas marineras, dos cartuchos y una flor, hoz, martillo, yugo y flechas, un libro de Rubert de Ventós. No hay trofeos ni medallas, no hay caricias sin pasión, hay esquirlas de mi pecho, de cuando me golpean el corazón. Hay una guitarra sin cuerdas, una faja y un blusón, un chaleco con un parche y hay un parche de tambor. Hay cariños y rencores, hay un viejo pantalón, camisetas que me gustan y camisas, esas no. No recuerdo lo que guardo en el bolsillo interior, ese que esta al fondo, el que no abro desde ya no sé ni yo. Ese de color oscuro, cerrado con un botón, ese que sé que, cuando lo abra, acabará el sonsonete de esta canción...
Hay camino por delante, mucho camino, espero yo, hay un viaje alucinante que, pese a quemar algún puente y no tener razón, debo seguir adelante, debo avanzar, debo ser yo, voy llorando mis errores, celebrando la bendición de conocer a quien he conocido, de haber reído con, tras haberse cruzado en mi camino, el que conmigo caminó. No soy bueno, no soy malo, quiero ser justo, leal y  con honor, intento no dañar a nadie, aunque el dañado sea yo.
Quieres acompañarme en mi camino?... no es bonito, pero voy yo... life is good.

domingo, 3 de abril de 2016

El trayecto

La vida, el trayecto existencial, la senda por la que vagamos buscando la felicidad tiene sus épocas, como las estaciones del año. Hay algunas hermosas, floridas, de brillantes colores en las que te sientes increíblemente bien, inmortal, como si nada ni nadie pudiera hacerte daño o quitarte un ápice de felicidad. Pero eso no dura, esa estación florida va mutando lentamente, van desapareciendo esas cosas que te arrancaban sonrisas, esas personas que te hacían estremecer, esas emociones que te erizaban el cabello. La senda se vuelve oscura, el trayecto agobiante. El mero hecho de respirar precisa de un esfuerzo tal que a veces te preguntas si merece la pena. El deambular por esta existencia se convierte en una batalla sin enemigo, en una piscina de miel donde ya no buscas batir una marca, solo llegar al final. Cuando los demonios exceden la altura de tus muros, cuando tu espada se quiebra por la herrumbre de la desesperanza, es cuando el corazón del dragón deja de latir, allá donde esté, para dejar sitio al silencio. A ese silencio oscuro y frío del guerrero vencido, de la ciudad tomada. Es cuando tienes la certeza de que es el final, cuando te sientes extraño en situaciones antes normales, incluso ilusionantes, cuando los planes que habías hecho ahora suenan ridículos, cuando la vida se convierte en una sucesión anodina de postales grises de mediocre superficialidad. Es entonces cuando mueres, cuando dejas de ser tú y pasas a ser eso. Es entonces cuando toca volver a empezar, buscar en tu interior las fuerzas que te restan para reiniciar el ascenso, el viaje a la estación dichosa en la que celebrar la vida con vino y fresas, en las que las lágrimas sean de alegría y la respiración te la corte la sensación de felicidad extrema al tocar una piel deseada. Hay que hallar ese hálito de fuerza, hay que dar ese cambio de rumbo, hay que remontar... Y lo sabes... life is good...

martes, 22 de marzo de 2016

Se acabaron las fallas

Ya está, ya han acabado... las fallas llegan a su fin con ese sabor agridulce que llevo saboreando toda la vida. Las fallas son el mejor ejemplo de lo que podía ser y no fué, de lo que deseábamos y no se cumplió. Las fallas de la Unesco y las del botellón, la de la alegría de la mascletá y las lágrimas en la ambulancia. Las fallas mezclan la mirada ilusionada de la fallera al llegar a la plaza de la virgen con la desesperada del padre que llega al hospital tras la llamada de la policía a las tres de la mañana... "Don Enrique Pérez?... le habla la policía... su hija está en el hospital Clínico... tiene catorce años, no?... no se preocupe, los servicios sanitarios se han hecho cargo... acuda lo antes posible, por favor... tut-tut-tut..." la mirada de un padre buscando a su hijo en un hospital a las tres de la mañana... siempre impresiona... siempre intenta justificar... siempre ha sido un error... cuanto amor.
Las fallas, la expresión máxima de arte y barbarie, la inconsciencia mas absoluta en todos los sentidos, en el divino y el humano. Sólo los que habitamos el lado oscuro de la fiesta podemos entenderlo, sólo nosotros vemos los huesos tras el oropel, sólo cuando has llevado un uniforme entiendes porque no nos gusta meternos en multitudes, miramos siempre donde están las salidas de emergencia, apoyamos la espalda en la pared.
Estás fallas han sido especialmente duras en la parte personal, estas han dolido. He sufrido grandes desilusiones, igual pensarías que son tonterías si te contara la razón, pero a mi me afectan... por que?... porque mi vida es corta y necesito que mis expectativas se cumplan, porque una oportunidad pasada nunca vuelve, porque ya he perdido demasiadas.
Posiblemente no me lo merezca, posiblemente el mundo me odie y esté condenado a echar de menos mis deseos un minuto de cada minuto, por siempre. Abocado a un perpetuo vagar por el universo de la inestabilidad en una multiplicidad de personalidades fruto de la tormenta de sensaciones e indecisiones propias de un Piscis.
Es posible que precise de un renacer fallero cual ave Fénix, un éxtasis de inconsciencia que me haga olvidar toda esa oscuridad que me viene rodeando, esa presión que me ahoga, esa vida que me mata.
Pero luego, al final, siempre llega la calma... pasajera... pero calma... una botella de Jack, unas teclas que pulsar, un motor que hacer rugir y unos amigos con los que brindar... y la vida sigue, echando de menos un minuto de cada minuto, rodando siempre en pos de la siguiente curva, plantando siempre el próximo ninot... life is good.

viernes, 11 de marzo de 2016

Ciclo 44

Esto de los ciclos es lo que tiene, que empiezan y acaban. Hace un par de días que he empezado uno y acabado otro, el 44 y el 43 respectivamente, con un montón de dudas, certezas, alegrías y sinsabores. Ciclos de grandeza, pereza, miserias y glorias en los que la supervivencia del yo prima sobre cualquier otra cosa. Ciclos en los que, a poco que eches la vista atrás, ves el como y cuanto has cambiado, el como y cuanto han cambiado los que te rodean y te llevas sorpresas. Porque en el día a día no te paras a mirar alrededor tan intensamente como deberías. Cuando lo haces, te paras a mirar y ves necesidad donde veías cariño, odio bajo las palmadas en la espalda, afecto escondido en la agresividad y, porque no, amor detrás del rechazo. Ciclos en los que la llama de los sentimientos más diversos nace, crece, la glorificas, decae y muere llevándose un trozo de ti, dejando experiencia y conocimiento. Ciclos en los que las caras se suceden ayudando a crear la tuya propia con arrugas de risas y llanto, enfados, ternuras. Templando tu corazón con ligeras caricias o brutales puñetazos para hacerte tal y como eres. Al fin y al cabo, como ya dije en otra ocasión, sirven para saber que, gracias a Dios, cuando se vean los nubarrones en el horizonte, iremos tranquilos sabiendo que no rodamos solos por la carretera de la vida... Life is good...

lunes, 8 de febrero de 2016

Noches eternas

Aún deambulan por mi cabeza los retazos de una noche estimulante, aún bailan las palabras al ritmo de la espuma de la cerveza y el calor de las miradas furtivas. No han cesado los sonidos, los silencios, las palmadas en la espalda, que acompañan estallidos de hilaridad ante una anécdota contada a horcajadas de un caballo de metal. El ir y venir de chalecos, parches, cascos y cuero contrastan con minifaldas, ombligos, mechas y rímel creando un escenario oscuro con destellos de complicidad, con retales de felicidad con los que componer un tapiz de alegría comunal. Se ha perdido la conciencia del tiempo, el reloj vaporiza los segundos como si el titán Cronos no hubiera existido nunca... y la noche va pasando. Martillean los pistones unas calles reservadas a jinetes de la noche, calles que se quedan estrechas ante la acometida de un entusiasmo enardecido por la camaradería. Deambulan por mi cabeza los retazos de una noche eterna, de una noche que guardaré en mi memoria, de esa en la que la ciudad fué nuestra. Ha cantado el gallo al ritmo de un motor, ha salido el sol que, al vernos, ha pedido perdón. La eternidad se acaba, la noche languidece, la mañana clarea... despierta de su sopor nuestra querida Valencia. Esa que fué nuestra en aquella noche eterna. Life is good.

miércoles, 27 de enero de 2016

Me atrae la mar

No puedo evitarlo, me atrae la mar. Excita mis sentidos su misterio, su peligro, su bondad, sus caprichos. Burbujea entre las fibras de mi pecho la alegre cantinela de la espuma mediterránea, la tersa frescura del viento marino cuando bucea entre los pensamientos que orbitan mi cabeza.
Enarbolo la bandera libertaria en la carga a bayoneta de mis deseos más profundos, con entusiasmo pueril, con pánico profundo a las profundidades oscuras, de la mar y del alma. Ansío la sensación de salitre en los labios sobre las dos ruedas de mi niña. Preciso la visión de las olas desde el espigón. Cuento los segundos que pasan desde que estuve en aquel faro, desde que pasó aquel barco, desde que el motor de mi moto rugió sobre las olas del espigón recolectando salitre y felicidad.
No puedo evitarlo, me atrae la mar. La mar que acarició su cuerpo, la que jugó con mis hijos, la que a punto estuvo de matarme. Los gritos de mil marinos, las risas de pescadores, los llantos de mil mujeres, el drama y la comedia, Grecia, Roma, Cartago.
No puedo evitarlo, me atrae la mar... y la feria... pero esa es otra historia... life is good.

sábado, 9 de enero de 2016

Yo soy yo

Yo soy yo... Que fácil... Y que complicado. Supongo que a todos nos pasará pero, has probado a definirte?...has pensado sobre ti?... No, no... En serio... Pensar de verdad, de esa forma que duele. Has entrado en ti?
Pasamos la vida observando el entorno, la gente, las cosas, el mundo... Y no observamos lo que es más importante, tú. Cedemos nuestras almas a seres que no nos corresponden el sacrificio, a trabajos, creencias, a fallas o clubes de fútbol. Creemos morir por el último iPhone, Gucci o iPad. Luchamos por la aprobación de gente que no nos respeta, por el cariño de los que no nos quieren, por el amor de los que no existen. Yo soy yo... Que maravilla!... Que perversión... Que deambular de la conciencia en el laberinto de pasiones, frustraciones, creencias y certezas. Cuantas lágrimas perdidas, cuanta pérdida de risas, cuantas sonrisas encauzadas a un torrente de desgracias agazapadas tras la imagen que proyectamos de nosotros mismos. Cuanta grandeza, cuanta pobreza. Cuanta pasión gastada en miserias. Yo soy yo... Perogrullada o logro filosófico?, verdad existencial o simple excusa que esconde un fin vacío al que se dedica un esfuerzo importante?. Sea cual sea la conclusión a la que lleguemos, el partir de una premisa tan significativa, tan íntima e intensa, hace que sea un viaje plenamente recomendable para aquel que no tema perderse en ese espacio tan irreal y deformado por los deseos como es el ego... Yo soy yo... Life is good...

viernes, 1 de enero de 2016

Cambio de año

Por fin ha llegado, por fin se ha ido. El 2016 releva al 2015 de su ingrata labor, completa el círculo de desgaste del tiempo, de culpas y reproches achacados a un espacio temporal inerte y sin conciencia. Nos deja un saco de boxeo nuevo sobre el que descargar frustraciones. Y como lo celebramos? Con oropel y espumillon, con bolas de cristal hechas de plástico y cremas de langosta hechas con surimi. Con sonrisas y parabienes de gente que ya no vuelve a pensar en ti en los próximos trescientos sesenta días. Pero aún así a mí me gusta esta celebración. El espíritu del bien ronronea en mi cabeza en estos días, los detalles de gente idealista se multiplican por doquier haciendo que perfectos desconocidos sonrian sin pudor en una sociedad en la que la ilusión, la amabilidad o la nostalgia han pasado al cajón de lo prescindible. Una sociedad en la que el éxito de una celebración se mide en el impacto económico que ha disfrutado/padecido la ciudad/país. Una sociedad podrida. Este ronroneo antaño alejaba la melancolía que me invade en las celebraciones, pero este año no ha sido así, las navidades de 2015 pasaron sin pena ni gloria por mi vida dando inicio a tradiciones que espero que no duren. Con una marejada tirando a fuerte marejada, como decía Mariano Medina, de sentimientos encontrados, hallados, en el vasto trastero del año que muere, del año que vivimos peligrosamente, que gozamos inconscientemente, que nos bebimos sin mirar la cuenta y destruimos sin miedo al mañana... Total.. Nos traerán un saco de boxeo nuevo. Que vaya bonito... Que sueñen lindo... Y que disfruten de la buena vida... Life is good