sábado, 19 de agosto de 2017

Entregado

La niebla que asfixia su alma se oscurece y enfría con el invierno que llega tras una primavera sin verano ni casi otoño. Ese frío que agarrota los dedos del organista que, desesperado, ejecuta la "Lacrimosa" del "Requiem" de Mozart dejando notas muertas como negros huecos en la dentadura de un anciano. Laceraciones encarnadas debilitan los latidos de una pasión, de un fuego antaño desbocado y hoy prisionero de un latido de luz, de un sonido metálico, de una quimera. Cuentan los antiguos que la altivez y la gallardia reinaban al alimón en aquel vergel de su pecho, hoy páramo, donde la fuerza, la poesía, la música, el amor... el amor... antes flotaban en el ambiente, donde hoy la niebla es la reina y señora. Aún hoy hay quien cuenta como ocurrió, aún... se cuenta como se perdió, tan rojo, tan brillante, tan ardiente, tan felizmente... su corazón.

sábado, 20 de mayo de 2017

Errores

Oscuras nubes que cubren el cielo de mi conciencia, argumentos de mil complejos y no menos desprecios ante el espejo de los recuerdos. Cuentas al debe sin haber que lo respalde. Torpezas que se tornan catástrofes cuando escapan al control del consciente y viven una vida propia, sin piedad, sin posibilidad de detenerlas, arrasando a quien, sin esperarlo, se convierte en el blanco de un proyectil cargado de estupidez.
Amargura.
Vergüenza.
Vergüenza.
Disculpa esteril solicitada al afrentado para acallar el reproche interno que corroe el alma.
Vergüenza.
Descanso imposible entre demonios que acuchillan sin piedad ni descanso la blanca piel de la conciencia, llenándola de pústulas sanguinolentas.
Amargura.
Ojos que ves mutar al sentir la puñalada, que ves como se pierden para siempre, para nunca.
Vergüenza.
Dolor que se repite cada día, cada hora... Dolor.
Pena, profunda y oscura, por lo que se ha roto. Porque jamás volverá. Porque murió antes de que empezaras a hablar.
Luto por tu yo perdido, por aquel que, con los ojos preñados de lágrimas esperará por siempre la vuelta de quién nunca volverá. Por tu yo que pasa a ser tu él. Por tu mundo que ya no lo es. Por ese mañana que ya no será.
Life is good. Isn't it?

domingo, 23 de abril de 2017

El jardín

Me decía un buen amigo que un blog descuidado era una vida perdida, un proyecto deslabazado que artesona un maremágnum de automentiras,  postureos y fanfarronadas tan grande que termina ennegreciendote el alma y acabando con tus ilusiones y sonrisas.
En cierta forma tiene razón, el abandono de proyectos evidencia un fallo en el desarrollo, no del proyecto en si, si no en tu propio sistema de vida.
La vida es una superposición de proyectos voluntarios o forzados que te acercan o alejan a lo que podríamos entender como tu objetivo vital. Esos objetivos los marcamos en determinados momentos de nuestra vida en los que estamos especialmente sensibles o receptivos. Son nuestros momentos vitales. Los decisivos. Son esos espacios de nuestro tiempo en los que nuestra mente tiende a dispersarse, a revisar todo el lastre de proyectos, tareas, obligaciones y sentimientos, analizarlos y cortar cabos, dejando que determinadas situaciones, personas, obligaciones o emociones se hundan en el océano del olvido. Esas limpiezas, purgas o como la queramos llamar, pese a parecer crueles, son necesarias para el sano  desarrollo de nuestro objetivo, ya que nos permitirán navegar en la dirección adecuada al puerto elegido.
Cada uno puede hacer un mapa, una representación, del camino hacía su objetivo.
En mi caso siempre lo he visto como un inmenso jardín descuidado, preñado de plantas que crecen sin control, con pequeñas veredas que sobreviven milagrosamente al empuje de la verde horda que devora con brutal voracidad cualquier mínimo espacio. En ese lugar me siento a gusto, seguro, con mis caminos levemente marcados, mis principios y límites bien definidos y mi mente totalmente expandida. Y ahí es donde decido, donde pienso, donde vivo... Y ahí es donde tengo que retomar mis proyectos... life is good.